ellos árboles vivos,
silenciosos
sin aparente deseo,
y yo siempre anhelante
más allá de las estaciones,
y ellos tan quietos
aparentemente;
sólo desean ser con ellas
y con ellos, ellas
yo les visito y ellos
me cuentan, y cuando no,
el viento les susurra
agitando sus hojas
que en el esplendor
fueron gloriosas
y en esta tardor
sólo pieles muertas
que de dorado
a la tierra cubrirán
habiendo sido dichosas
A.M. Hinojosa – Pipirigayo
ÁRBOLES HOMBRES
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Ayer tarde
volvía yo con las nubes
que entraban bajo Rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.
Su soledad eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oi hablar los árboles .
El pájaro sólo huía
de tan secreto paraje,
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.
Yo no quería volver
en mi, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.
Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
Me retarde hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliendome a la orilla,
con la Luna ya en el aire.
Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.
Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nacares,
con blando rumor de mí,
y, cómo desengañarles?
Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablarán a mí,
no quería traicionarles.
Y ya muy tarde, muy tarde,
oi hablarme a los árboles.
Tomado de «Romances de Coral Gables» en «En el otro Costado», 1936-1942
llueven las caducas hojas
el árbol las abandona
y ellas de el se desprenden
presiente su letargo
en sincronía con un sol
que estrecha su horizonte
que por sobre cae despacio
igual que las marchitas hojas
sobre la tierra fría
y las largas noches
Hinojosa/Pipirigayo